dimecres, 7 de març del 2012

Quaestio de unitate universalis

La actividad intelectual en los territorios de habla catalana durante los siglos XIV y XV fue muy fructífera. Durante este período las autoridades civiles y eclesiásticas locales fundaron centros de estudios superiores, como por ejemplo, el Studium generale de Lérida (1300), la Universidad de Perpiñán (1350), el Studium generale Luliano en Palma de Mallorca (1483), y la Universidad de Valencia (1499). Algunos de sus maestros, fueron discípulos directos de Duns Escoto, como el franciscano aragonés Antonio Andrés (1280-1320); otros se habían formado en el ambiente intelectual del tomismo incipiente, como el valenciano Vicente Ferrer (1350-1419) y el gerundense Nicolás Eimeric (Nicolau Aymerich 1316-1339). Algunos de ellos desarrollaron las formalitates escotistas, como los franciscanos Pedro Tomás (Pere Tomàs 1280-1340) y Guillem Rubio (fl. 1330); otros, en fin, fueron discípulos directos de Godofredo de Fontaines, como el carmelita rosellonés Guiu de Terrena (fl. 1326). Todos ellos, autores valiosos que fueron en su tiempo capaces de intervenir en los grandes debates de la época sobre cuestiones filosóficas, la especulación física o la teología. [...]

La edición del texto revela una faceta desconocida de Vicente Ferrer: su pensamiento filosófico. Indudablemente, este aspecto quedó eclipsado por sus labores de predicador incansable, de pacificador político, de santo taumaturgo, etcétera. Muy poco se suele tener en cuenta que solo un año después de haber ingresado en la orden de predicadores en el convento de Valencia (1367), comenzó a recibir una sólida y profunda formación intelectual en filosofía y teología escolástica. Su rendimiento en estas materias debió haber sido muy patente ya que fue nombrado lector de lógica en el Studium generale de Lérida y de filosofía en el de Barcelona y durante su docencia filosófica dedicó un trabajo a la metafísica u ontología (la Quaestio de unitate universalis) de la que se ocupa la presente edición, otro a la lógica-semántica (Tractatus de suppositionibus), así como unos apuntes sobre la Summa theologica de Tomás de Aquino.

El opúsculo ontológico sobre la Quaestio le sirve a Vicente Ferrer para ubicar y fundar el estudio de la lógica, ya que versa sobre el problema ontológico de los universales, que está muy conectado con la lógica, pues trata del status metafísico de los conceptos o ideas, los cuales forman el «material» de la argumentación ya que el universal metafísico fundamenta al universal lógico, que es una reflexión sobre aquél, sacando las estructuras del pensamiento. De acuerdo con ello, el problema de los universales es el tema metafísico que más importancia y consecuencias tiene para la lógica, ya que desentraña el status ontológico de las entidades lógicas mismas y además permite hacer la transición de la metafísica a la lógica, mostrando su estrecha vinculación.

Esta vinculación se ve en que, después de estudiar ontológicamente el problema de los universales, resulta muy clarificado lo que constituye el objeto de la lógica misma: el ente de razón, según sus diversas modalidades (género, diferencia, especie, etcétera). Esto es lo que aborda Vicente Ferrer en una cuestión dedicada a discutir la base ontológica de la lógica: el problema de los universales. Después de ello se estará en óptimas condiciones para acceder al estudio de la lógica. Pero también nos muestra la edición del texto mucho del pensamiento metafísico suyo, ya que en este complicado problema se entrecruzan las principales nociones ontológicas, como son las de potencia y acto esencia y existencia, materia y forma, cuya estructura o naturaleza se nos manifiesta en la función que desempeñan en la solución teórica de este arduo problema. Por eso el problema de los universales, tratado por Vicente Ferrer, nos ofrece el núcleo esencial de su metafísica y nos prepara a su lógica. [...]

[Fragments de la ressenya de Moisés Orfali (Bar-Ilan University) del llibre Quaestio de unitate universalis, de Vicent Ferrer, publicada a la revista Sefarad, vol. 71, pàg. 488-492]